Todos tenemos luz y oscuridad en nuestro interior. Todos tenemos esa parte de nosotros que existe solo en la superficie, que mostramos al mundo, pero no podría existir sin la parte que mantenemos oculta: el ser de la sombra.
El psiquiatra Carl Jung teorizó que hay dos partes en nuestras personalidades. Está la persona, nuestro ser consciente, que ejemplifica quiénes queremos ser y cómo queremos que los demás nos vean. Luego, está la sombra del yo. Existiendo dentro de nuestro subconsciente, es posible que ni siquiera seamos conscientes de que esta parte de nosotros existe. Sin embargo, el ser de la sombra es donde viven las partes ocultas de nosotros mismos. Desde una edad muy temprana, aprendemos qué aspectos de nuestra personalidad podemos compartir y qué debemos esconder. Nuestro ser de la sombra contiene todas esas cosas que hemos reprimido: emociones, instintos, impulsos, deseos, temores.
La idea de un yo sombrío puede parecer siniestra, como si se tratara de un mal encerrado dentro de cada uno de nosotros, pero ese no es el caso. Mientras pensemos que la idea de una sombra es oscura, la existencia del yo de la sombra será siempre negativa.
Vivimos en una sociedad que trata de enseñarnos cómo debemos ser. Con el tiempo, modificamos nuestras personalidades para encajar en los arquetipos sociales. A un niño que tiene demasiada energía y habla mucho en la escuela se le ordena que se quede callado y se lo etiqueta como una distracción para la clase. Para la edad adulta, hay una buena probabilidad de que se hayan alejado de sus tendencias bulliciosas para liberarse de la etiqueta y encajar mejor. Pero su forma natural de ser no desaparece, solo se convierte en parte del ser sombrío.
Cuando continuamos reprimiendo lo que estamos destinados a ser y negando nuestro ser sombrío, creamos una falta de armonía dentro de nosotros. El conflicto entre la persona y la sombra puede llevarnos a agredir a los demás, hacernos daño, sentirnos incómodos en nuestra piel y experimentar aislamiento. Solo cuando aceptamos y buscamos comprender todas las partes de nosotros mismos podemos realmente aceptarnos a nosotros mismos y encontrar satisfacción.
Explorar tu propia sombra se conoce como trabajo de sombra. Se necesita un gran esfuerzo para profundizar y localizar las partes de ti misma que fueron reprimidas hace mucho tiempo. Debes ponerte en contacto con tu subconsciente y dejar que tus verdaderas emociones, deseos e ideas fluyan a la superficie de tu mente. Reconocerlos y aprender a entenderlos. Una vez que lo hagas, podrás incorporar a tu vida esas partes ocultas de ti misma de una manera saludable y constructiva. El ser de la sombra está conectado a nuestras habilidades creativas, por lo que expresarte en cosas como la escritura, el arte o la música puede ayudarte a explorar, comprender y sanar a tu ser de la sombra.
Solo a través de esta exploración y diálogo con tu lado más oscuro puedes ser realmente tú misma. Es hora de aceptar las partes sombrías de ti aunque no sea fácil. Si estás luchando para ponerte en contacto con tu ser de la sombra, un psíquico puede ayudarte. Los asesores espirituales pueden ver el lado inconsciente que estás buscando y pueden ayudarlo a transitar el camino hacia la paz y la sanación.