Ya sea porque temes empezar con alguna tarea pendiente o enfrentar un problema recurrente en tu vida, la procrastinación puede resultar sumamente agotadora a nivel emocional. Es algo que rara vez hacemos sin culpa. Cuando nos queda una tarea pendiente nos castigamos y llegamos a estresarnos generando así una sensación de bloqueo que no podemos superar.
Generalmente, la procrastinación nace del miedo. Es un impulso instintivo para autoprotegernos de alguna situación que nos genera incomodidad o dolor. Tememos al fracaso y al rechazo. Cuanto más importante es la tarea, mayor es el riesgo.
Tiendes a convencerte de que si pospones alguna tarea, con el tiempo lo resolverás con mayor facilidad o, mejor aún, ya no tendrás que hacerla, sin embargo es muy raro que esto último suceda. La procrastinación consiste en tan solo posponer lo inevitable. Si logras superar la procrastinación sentirás una tranquilidad plena y una profunda satisfacción por haberlo logrado.
No busques la perfección
Cuando te obsesionas con ser perfecto, nada llega a ser lo suficientemente bueno. Emprendes algo una y otra vez, pero nunca llega a ser perfecto por lo tanto, nunca llegas a completarlo. La perfección hace que una tarea se torne tan importante que la mera idea de trabajar en ella se vuelve abrumadora. Entonces, te intimida la sola idea de trabajar en ella, y es así como llegas a posponer las tareas pendientes. Perfeccionismo y procrastinación conforman un dúo desafiante; no obstante, puedes superarlos si te enfocas en cambiar tus estándares. Decide qué es lo suficientemente bueno para ti sin ser perfecto. Trata de mantener a tu crítico interno en silencio. Puedes adaptar las tareas más adelante: el objetivo en este momento es solo progresar y, con suerte, hacer algo.
Idea un plan
Cuando llevamos un estilo de vida ajetreado hay personas que dan un gran paso hacia adelante y toman el control de la situación estresante, sin embargo para la mayoría de nosotros nos resulta sumamente abrumador. No sabemos por dónde empezar, y es así como nunca llegamos a emprender nada. Si este tipo de procrastinación te suena familiar, comienza por organizarte. No solamente redacta una extensa lista de tareas, esto te mantendrá estresado, sino más bien utiliza categorías como "carrera", "yo", "familia" o "escuela". Sé tan amplio o específico como sea necesario. Luego, escribe lo que necesitas hacer debajo de cada título. Luego, analiza tus prioridades. ¿Cuál de estas tareas pendientes es la más urgente? ¿Qué tarea es la que tienes para hacer en ese momento y cuál puede esperar? ¿Puedes delegar alguna tarea o eliminarla si es superflua? Ahora, vuelve a ordenar tus listas por orden de prioridades y agrega los plazos. Es muy fácil posponer las tareas sin fechas límite, incluso si esas fechas de vencimiento te las has impuesto tú mismo. Con tu lista de tareas pendientes y fechas límite, puedes crear un calendario y colocarlo en algún lugar visible y de fácil acceso, así comenzarás a tomar una tarea por día.
Comienza de a poco
Si tienes una tarea importante por delante, a veces puede resultarte difícil abocarte a ella directamente. Si deseas limpiar toda tu casa, tienes que comenzar primero por una habitación. Del mismo modo, si vienes postergando un proyecto, lo ideal será que los dividas en partes para que te resulte más fácil abordarlo. Digamos que tu sótano es un desastre y que vienes posponiendo los planes para ordenarlo, no esperes a que todo quede perfectamente ordenado de una vez. Lo que puedes hacer es dividir el sótano por sectores y planificar cómo y cuándo limpiar cada uno. ¿Aún así continúas abrumado? ¡Divide aún más las tareas!
Fija un límite de tiempo
Sabes que tienes que hacer una tarea súper importante, y aún así no puedes dejar de postergarla. Si has intentado ya dividirla cada vez más y no te ha resultado de ayuda, intenta fijar una fecha de entrega. Tienes que decirte a ti mismo que solo debes trabajar en ello durante 15 minutos. Pon un cronómetro y tómate un descanso después de 15 minutos, incluso si estás inspirado. No te exijas demasiado y pierdas el entusiasmo. Si 15 minutos es mucho tiempo, comienza por 5 o 10. Solo cuando los 15 minutos resulten más llevaderos, dedícale 15 minutos.
Recompénsate
Una vez que estés tachando tareas de tu lista de tareas, es probable que empieces a sentir esa increíble sensación de logro. Sin embargo, esa satisfacción podría no ser suficiente para mantener tu motivación. Si necesitas aún un incentivo mayor, prémiate por completar alguna tarea específica. Cuando hayas logrado terminar alguna tarea, cómprate un regalo o simplemente permítete disfrutar de tu actividad favorita, sin culpa. Haz que el logro de la tarea coincida con la recompensa: una pequeña recompensa por haber logrado tareas cortas y simples y recompensas más grandes por haber alcanzado metas más importantes. En lugar de posponer lo que sea, concéntrate en la recompensa que te espera en la línea de meta.
Deja de lado las distracciones
No hagas que sea cada vez más fácil posponer las cosas. Por ejemplo, estar sentado en casa, frente a tu computadora, tratando de actualizar tu currículum suena bastante simple, pero si tienes el televisor encendido y, al mismo tiempo, te envías mensajes de texto con un amigo y, además, lees las noticias en línea, esa actualización te llevará horas concluirla. No es por cierto una actividad agradable y esas distracciones solo hacen que sigas postergando la tarea. Apaga la televisión, desconecta tu wi-fi y guarda tu móvil. Si eso no funciona, intenta cambiar tu entorno. Un nuevo lugar puede ayudarte a evitar esas interrupciones. Lleva tu laptop a la biblioteca o a una cafetería, toma una libreta, siéntate en conexión con la naturaleza o elige un espacio en tu propio hogar que esté libre de distracciones.