Todos cometemos errores. A pesar de nuestras buenas intenciones, hay muchas situaciones donde echamos todo a perder. Llegamos a lastimar a las personas que amamos, luego nos sentimos decepcionados de nosotros mismos y es parte de la naturaleza humana cargar con el sentimiento de culpa. La culpa cuando creemos haber hecho algo mal y surge una necesidad imperiosa de revertir la situación.
A veces, sin embargo, el sentimiento de culpa aparece cuando menos lo esperamos, por lo general proviene de nuestra autoexigencia o de las presiones sociales. A veces, nos aferramos tanto a la culpa por tanto tiempo que nos autosaboteamos y nos terminamos convenciendo que somos un fracaso, una decepción, una mala persona. Todos estos sentimientos autodestructivos que surgen de nuestro propio interior lo único que hacen es causar un desequilibrio con el mundo exterior.
En lugar de sufrir sintiéndonos todo el tiempo culpables, es hora de intentar deshacernos de ella. El primer paso para superarla es identificarla. ¿Cuál es la principal causa que generan esos sentimientos de culpa? A veces, está en juego el aspecto emocional. Expresar tus pensamientos y volcarlos en un papel puede provocar una sensación de bienestar, de esa manera podrás descubrir lo que realmente tienes en mente: ¿es la culpa un pretexto para tapar el dolor, la ira o el arrepentimiento? ¿En este caso la culpa está justificada o no
Una vez que la identifiques, puedes hacer una autoevaluación acerca de si eres o no culpable en ese caso en particular. Si le has dicho algo hiriente a tu pareja o propagado rumores sobre un colega, entonces sí deberías sentirte culpable porque has hecho algo indebido y, más aún has lastimado a una persona. En ese caso, es hora de subsanar tus errores. Discúlpate por tus acciones, aprende de tus errores y la próxima vez comienza por tener buenas actitudes con el otro.
Sin embargo, no todos los tipos de culpa se superan con una disculpa. Está la culpa que sientes porque trabajas hasta muy tarde y te lamentas por no llegar a tiempo a ver el partido de fútbol de tus hijos. Últimamente sientes que tampoco tienes mucho tiempo para socializar con tus amigos. Tienes la sensación de estar decepcionando a alguien. Lo importante en estos casos es que tengas en cuenta tus buenas intenciones y dejes de ser tan duro contigo mismo. En lugar de centrarte en lo que no has hecho o lo que debes hacer, piensa en todas las cosas que sí haces por el bienestar de tu familia y amigos, te sugiero que luego lo vuelques en un papel. Cuando estos sentimientos de culpa te invadan nuevamente, echa un vistazo a la lista y recuerda que estás haciendo todo lo mejor que puedes.
Además, evalúa tu culpa desde la perspectiva de otra persona. ¿Qué le dirías a un amigo en tu situación? ¿Pensarías que tus sentimientos de culpa están justificados o le dirías que es demasiado duro consigo mismo? Recuerda tratarte con la misma compasión que sientes hacia los demás.
La culpa también puede ser una emoción profundamente arraigada de situaciones del pasado. Puede ser algo que hiciste cuando eras niño o adolescente, como puede ser haber lastimado a otra persona, un trauma o una experiencia dolorosa que has vivido en tu niñez. A veces, resulta muy difícil liberarte de este tipo de culpas porque tiene que ver con el perdón a ti mismo. No puedes castigarte por las cosas que hiciste o por algo que te sucedió en tu niñez. Tu yo más joven no contaba en ese momento con las herramientas y el conocimiento que tiene tu yo adulto, por lo que no puedes juzgar a tu yo más joven a través de la misma lente. Perdónate a ti mismo y permítete dejar atrás y soltar el dolor y la culpa.
No importa qué es lo que te genera culpa, siempre vas a poder superarla. Aprovéchala como una oportunidad para aprender y crecer. Puede revelar lo que es realmente importante para ti y ayudar a superarte en el futuro. No todos pueden superarla sin ayuda. Comienza tu viaje de sanación con un asesor espiritual. No pierdas más tiempo y ponte en contacto con Psíquicos para empezar ahora mismo.